Es una ley de gravedad, que las palabras se caigan como una manzana,
que la lluvia tenga la misma caída
y vaya siempre a donde estoy cayendo,
a imaginarme distinta,
sin dolores en el cuerpo y en uno bello,
decir que amo los infinitos,
decir algo tan simple como que quiero amar,
desplazar la memoria de gritos y golpes,
que nada pasa con el insomnio,
que están guardadas en un envase las preguntas de quién soy, a dónde voy…
Y sigo cayendo…
y sigo buscando
un Dios que no sea tan guerrero ni selectivo,
ni una mafia de poder en mí misma,
o una ciencia que solo sea una postulación de las ideas que nos crecen
y nos dejen soltar el simio.
La luz se desploma en la sombra
y hay que aprender a ser sombra para encontrar la luz.
Y me despeño, y me desplomo… porque es la manera de jugar con la relatividad.
La manzana me la he comido.
Es un asunto de gravedad!