Miro al norte donde los pies se atan de perspectiva,
liviandad con el mar y esa torpedad de decir que el mundo es distinto con vos,
no me bajaré de la hamaca y sabes en qué sentido lo digo,
me meceré con los Dioses que creen que me inventaron,
cada día y al siguiente del auxilio
con el que crees salvarme.
Amarte desde la lógica repetida,
desde el otro mundo igual a este y con las mismas piernas.
La utopía es decirme que mientras más lejos
más te amo,
no sé si soportaría los absurdos de la lengua en otros,
la idiotez de no soñarte con esta verdad a medias,
a medias porque no dices nada.
Tal vez, renuncie a ese silbido de mar
y la hamaca siga su ruta con la brisa
y vos ya no estés para mecerme
como lo he inventado.
La piel ya no será tan bronceada como antes
ni el rubor de suplicar verte
en la próxima estación que dice como rótulo –olvido-.
El “blues” sigue confundiéndose con el aire
y las olas como grito de la ópera.
No hay lástima más que decir la verdad
pero no existe peor miseria que ocultarla!