meollo selvático
Vuelve la selva cubriendo el camino de pasto y las ideas son montañas que no descubro.
Tengo el dogma de lo inaccesible en esta mano que escribe desde la piel y alguna palmera desconocida.
Repunto con señas en la pared de mi cuarto, la permanencia extraña de quién una vez me dio su sombra. Me sigue con la salvedad de que cierro los ojos y se deja ir.
O lo dejo ir con la batalla de que puedo olvidarlo.
Asumo de nuevo los instintos y las trazas de animal moribundo. Es un día imposible de gobernar. Me miro en una arboleda descifrando los ciclos donde la rutina se entromete. La lluvia y todo lo demás. Luego, el calor me dice que existe la continuidad. Y sigo en un lapso breve que llamo desperdicio. Dejo perder el tiempo porque las horas también merecen morir.
Todo es un hecho sucesivo. Guardar silencio desde adentro, desde algún confín de los músculos. Decirse que valen los días de alguna espera, mientras el café lo recaliento una y otra vez.
Todo se vuelve inmóvil con la estupidez de existir. Las botellas recicladas debajo del pilón y las maripositas de fieltro que adornan la refrigeradora.
Sigue la selva y el gruñido de algún animal que se asoma!
Comentarios
Deshora.
Un abrazo poético