Jazz porque el cuerpo suena
Porque te quiero en esta historia.
Aquí,
presente,
cercano,
tibio,
lleno de madrugada
porque es la única manera de soltar el oxígeno
como un globo rojo que estalla en las alturas.
Tan dimensional,
mi paso,
y el tuyo imaginario,
posible el jazz que escucho cuando entras de forma
inoportuna por mis sueños y te quedas y dejo que entres como simulando un
rechazo fingido y estás y te mantengo ocupado para que el despertar sea nube
contra nubes o una pieza de ajedrez en la rutina de jugarme para ganar.
Y ganas la batalla de desearme como aquella tarde del
beso nunca dado,
nada de poseer porque no se llama pertenencia
la última partícula de desear amándote.
No importa los púrpuras que nos nazcan en el despacio ir
de la tormenta.
Lloverá en la espalda las veces que sea necesario,
y mi lengua detendrá el cauce donde tiene que morir.
Solo ahí es donde quisiera morir entre esas muertes que
deja la ancianidad gastada de tanto abrazo, irremediable descanso sobre un
mismo pecho.
Tendrás la bandolina cuando uses mis piernas y me tocarás
la pieza de una forma magistral.
Tan así será el canto de la sirena,
el grito del pirata
y la osadía del buque fantasma.
Es la historia donde quiero inventarte.
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