miércoles, agosto 26, 2009

Muerte de un poeta y del terrorismo emocional

No sé si es cierto que sigue la muerte rondando la poesía, será que ya no cabe más dolor en el poeta que solo la ausencia de no ser. Será tanto artificio de golpear la luna contra la pared! He muerto ya tantas veces y otra vez, ayer...cuando descubrí que el mundo no es el cobre donde se guarda la infancia, donde hoy, un poeta tira su último desgarre para sembrar margaritas sobre su lápida.

Mientras, los que siguen se retuercen de utopías. Toman su bandera con el golpe de los odios. Me han torturado y el miedo no me vence. Casi me dejan con el mar y sin poesía. La vida tiene ese trastorno que no sabe caminar. Repunto con la soledad que sí puedo, con el labio que ya dejo de buscarlo, con lo que tengo para seguir.

Ya saben lo que son, no se los digo. Ya sé su juego en mi mente. Su burla de no entender la bondad. La piedra que no tomaré para lanzar más que solo palabras. Hackers que me acuchillan!!

Ya miré en sus espejos diminutos, en sus redes que no caben de oxígeno. Creen que pueden jugar con el dolor y la rabia porque no saben de felicidad ajena. Ha muerto un poeta, entienden!!

Y los que siguen pueden recrear los unicornios. No basta su terror en mí para la muerte. Les digo que sí existen juglares que solo hablan del amor aunque sea equivocado, pero lo cantan; de sus asfixias pero lo respiran... del día que se asoma y ya no está!

Muera en paz, poeta... para los que siguen!!

Los hackers de la luna morirán contigo!!

2009_06110030

Dedicado al poeta Felipe Granados

Junio 1976- Agosto 2009

2 comentarios:

Alexánder Obando dijo...

(AHORA QUE FELIPE NOS HA DEJADO LA ESTELA DE SU VUELO)

EN MEMORIA DE W. B. YEATS
1

Desapareció en lo más crudo del invierno;
helados los arroyos, casi vacíos los aeropuertos;
desfiguraba la nieve las estatuas públicas;
se hundió el mercurio en las fauces del moribundo día.
Los pocos instrumentos que tenemos confirman
que el día de su muerte fue muy oscuro y frío.

Lejos de su enfermedad
rondaban los lobos el bosque siempre verde;
el campesino río no se tentaba con muelles elegantes;
las lenguas enlutadas
ocultaron al verso la muerte del poeta.

Para él fue la última tarde como él mismo,
una tarde de enfermeras y rumores;
se rebelaron las provincias de su cuerpo,
se vaciaron las plazas de su mente,
el silencio invadió los suburbios,
falló la corriente de sus sensaciones
y se fundió el poeta en sus admiradores.

Ahora está desparramado en cien ciudades,
dado por entero a desconocidos afectos;
deberá ser feliz en un bosque distinto
y ser castigado por un código ajeno de conciencia.
Las palabras de un muerto
se modifican en las entrañas de los vivos.

Pero en la importancia del ruido del mañana
cuando los agentes rujan como bestias en la Bolsa
y los pobres sigan con su sufrimiento acostumbrado,
y cada cual en su prisión casi se convenza de que es libre,
unos pocos millares pensarán en este día
como se piensa en un día en que se hizo algo apenas desusado.

Los pocos instrumentos que tenemos confirman
que el día de su muerte fue muy oscuro y frío.


2

Fuiste, como nosotros, un tonto; tu talento supo sobreponerse a todo:
la parroquia de mujeres ricas, el deterioro físico,
a ti mismo. La loca Irlanda te hirió, y tú hiciste poesía de tu herida.
Ahora Irlanda sigue con su misma locura y con su mismo clima,
porque la poesía no hace que sucedan cosas; sobrevive
en el valle que ella misma se crea, donde los ejecutivos
no se aventurarían; sigue fluyendo al sur
desde chozas de soledad y atareados dolores,
por las toscas ciudades en que nacemos y morimos; sobrevive
como forma de acontecer, como una boca.

3

Tierra, recibe a un huésped honorable:
bajan a William Yeats a su descanso eterno.
Que la urna irlandesa quede vacía de poesía.

El tiempo que es intolerante
con el audaz y el inocente,
y en solo una semana indiferente
ante un hermoso físico,

adora los idiomas y perdona
a quienes les dan vida;
perdona vanidades, cobardías,
y pone sus honores a sus pies.

El tiempo que con esta extraña excusa
perdonó a Kipling sus ideas,
y habrá de perdonar a Paul Claudel,
perdona a los que escriben bien.

En la pesadilla de la oscuridad
ladran los perros de Europa,
y esperan las naciones vivas,
cada cual secuestrada en su rencor;

la desgracia intelectual
clava los ojos desde el humano rostro,
y en la mirada yacen congelados
los mares de la lástima.

Sigue tu senda, poeta,
hasta el fondo de la noche;
con tu voz inconstreñible
convéncenos de la necesidad del regocijo;

con el cultivo de un verso
convierte la maldición en un huerto;
cántale al fracaso humano
en un rapto de aflicción;

en el corazón desierto
deja que surja la curativa fuente.
En la prisión de sus días
enséñale a alabar al hombre libre.


W.H.Auden

(De las traducciones de Rolando Costa Picazo
y J.R.Wilcock)

Amorexia. dijo...

una gran derrota para los poetas, un nuevo inmortal para la poesía.

deshora.