Lo que venga…



No sé lo que sigue…


siempre auguré lo sucesivo,


juntar la ropa y lo que me dejó tu cuerpo


como si fueran pedacitos de universo,


dejar la tempestad de tu lengua con acecho a la predestinación,


forzar impetuosamente tu “adiós” antes de que me lo digas…


Pero no,

me robaste el último sorbo de malteada de soya con sabor a chocolate,


pusiste al descubierto mi piel en desahogos,


y seguiste con hambre…


hasta que insistí poner la rebanada de queso con chile jalapeño


mientras vos tostabas el pan en mis labios,


ya ves, insistes en que tal vez…


es “el hoy” -el que no existe- y solo hay “un mañana”.



Te sigo creyendo, aunque no sé lo que sigue,


solo sé lo que inventamos…


desvestirnos con la misma premura de que las horas son nuestras…


caminar de tu mano hasta derretir mi perplejidad…


improvisar un nuevo punto cardinal donde se posen tus 48 besos…



Te he despedido mil veces


y me anticipo de lluvias

pero es lento tu verano,

quizás eres el que no se irá,

esa luz del umbral atando mi desosiego,

o serás el primero en darme sol pero no el último.


Tu abrazo irrespirable me lo dice todo,


sigues allí dentro de mi,


soplando mariposas en mi vientre y dejándolas volar.



No imagino que sigue después de todo,


pues fluyo como ola espesa en tu colchón de plumas


y solo espero lo que viene…


el génesis que enciende mi locura,


el punto donde grita el mismo silencio


y tu arrullo de pájaros que no me deja ir.



Tal vez sigue lo que sigue…


sin jamás saberlo.

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