Te digo, eres un delfín-vaca...

 

La noche tuvo la impertinencia de volverse un océano.

Fui mamífera. Aletear con dominio por desarraigo y deshecho…así no más.

No obedezco silbidos sino es mi clítoris quién llama. Te levantaste porque la madrugada te asusta. Culpa que no tiene culpas. Dejemos algo a la memoria: tu orgullo de profundidad y mi estupidez.

Sigo nadando. Sé hacerlo sin arrojo. Ya no me importa ver al mar como si fuera un arquetipo. Eres un espejo, un mar de mentiras e invenciones, un alcance sin convencimiento. Nada es tan complejo si no te amé.

Restriégate, hay rocas, hay corales... Hay muchas rocas y corales. No puedo inventar lo que no fuiste: piel, escama, o un abrazo que no supiste dar.

Nos ignoramos como estrategia. El tiempo termina con esas tácticas. Mi braceo es sincronizado. ¿Sexo como un medio de reproducción, de distorsión o de legitimidad?

El deseo es la ternura de un canto a dos metros de distancia o a miles de kilómetros, tras veinte o tantos años...

lejos del orgullo y con la posibilidad del amor.

Seguirán humedales en mi pecera porque no caben delfines absurdos, ni vacas que vuelan!

Abre tu boca y come tu pescadito. O sigue abriendo las piernas y déjate ordeñar.

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