Tactos
Eres el tacto de lo que no sé,
los soplos de mi espalda sobre tu invisible y sus noches,
sigues allí en toda mi mañana
deshojando lo que puede ser.
Quizás soy la asceta que refuta sus fuegos
para encenizarlos dentro de ti.
No hay lluvia que sostenga mi piel…
Tu labio me lo dirá.
Mi vientre se acurruca despacio en lo posible,
no dejará de sembrar margaritas sobre tu pecho y sus fríos.
Es hora al fin,
de alivianar tus soledades,
¡ven y recubre tu esencia
en la cadera de mi trópico!!
No basta ya ese
-“…è domattina suonare la guitarra per tè....”,
tendrás siempre mi sonrisa.
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