Desde que el unicornio inventó las mentiras gordas…

grecia gordas

Cuál es la paradoja de la belleza? Que me lo digan los unicornios…

La divagación del concepto destroza toda posibilidad de ser auténtico aún en la fealdad, si es que ésta existe.

Como mujer he recibido toda mi vida la imagen superflua e irritante de cómo debe “ser” mi cáscara, mi envoltura, para “preexistir”, para “desempeñar”, aún para merecer “amor”.

Mi cuerpo es anacrónico. Hubiese sido bello en este paraje del tiempo si mi tejido histórico fuera del Renacimiento. Me siento bella si eso vale. Caderas anchurosas, muslos de robledal, abdomen de parto, sinuosos pechos de esferas prehispánicas; la talla perfecta de una diosa griega.

Pero demasiado te contaminan desde niña. Debes ser guerrillera con tu autoestima. Borrar los vestigios de cuando fuiste la gordita “nerd” de la clase; la que mintió para no hacer Educación Física por la simple excusa de no usar short; la que se privó de ir a un balneario o a una playa para que no descubrieran su geografía de celulitoides…

Si bien conozco todas las estratagemas por ser talla12, siempre seré XL por mi genética. La voluntad moldeadora puede ayudar un poquillo con la dieta o el ejercicio, pero jamás seré el prototipo escurridizo de lo que me imponen como belleza.

Soy latina, mestiza y con amplitud de mayoría en los besos. Trato de mirar desde ese frente; verme y ver a todos como belleza absoluta simplemente dispar pero bellos; trasplantar la simbología de la talla perfecta con el abrazo perfecto.

Y cuando un burdo me sale con que debo adelgazar más, para amarlo…lo dejo con sus ganas ¿cómo no amarme con mis excesos? Se me desborda la ternura, la empatía, la sensibilidad, mi piel intensa de los “siempre” deseos; bueno entonces, que abrace en sus soledades a la perfección, que le cocine, que lo seduzca, que lo anime cuando la tarde no tiene respuestas. Así no más.

Yo me prometo des-aprender y fiarme de la vulnerabilidad de lo auténtico. De visualizarme en la palabra que soy, en la hendidura de una valía permanente, en existir para vivir, en poetizar lo impensable… para ser siempre bella sin las mentiras del unicornio.

gordas de botero

De mi libro “Resabios” (Editorial Andrómeda) los siguientes obeliscos de la belleza:

 

EL AMOR NO ES CUESTIÓN DE PESO

 

Amo a pesar de esas novelas rufianescas donde los feos y las gordas se ganan su derecho de amar.

El amor no es cuestión de peso ni de caritas Mac Factor.

Lo trascendente al navegar no es… si tus navíos son anchos o afinados sino que manejes con astucia la oscilación del mar.

Amo a pesar del baratillo de las seducciones que aman esos ojos de verde contacto o la boquita sumisa y remingona.

El amor retorna las siluetas que solo pesan en el abrazo, lo demás se vuelve fragilidad acurrucada en mi hombro.

La ternura jamás será reemplazo ni deshecho.

bulimia

BULIMIA

 

Prometo...

por ese vestido rojo, talla 12, volverme deshuesada y popular, vaciar toda mi poesía porque ya a nadie le importan las palabras, modelar todos esos cuerpos efímeros para que la risa tenga su mejor cirugía.

Enamorarme a la light, decirle al amor que solo tengo forma, que mi corazón está a dieta, y mis besos no tienen azúcar.

Vender mi orgullo a un esposo adinerado por tenerme como su mejor posesión, y mostrarme en impetuosos Spas, en autos de lujo y con ropa de marca.

Propongo...

ganar un empleo por mis curvas tempestivas y frontales, volverme estúpida por el adorno académico de una buena cintura, y una maestría en docencia sexual.

Ser como todos los demás, una raza aria rechazando toda etnia de la gordura, humillar la flacidez con tiendas XXXL, porque amenazan con el prototipo mundial.

Y amenazo...con morir macilenta, con el alma delgada, pretenciosa por ser nadie, y con menos ceniza que otros.

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