Vagina
Me encantan las apologías de la vagina.
Diálogos que han recorrido el mundo -recurrentes- por su intrepidez.
Es el tiempo de la cosmovaginación.
La palabra entre sí remueve una irreverencia de minotauros.
Cuando publiqué el poema “Vagina” en el blog de afinidades selectivas, un anónimo estridente con aura de macho rabioso cuestionó el hecho temático y la validez de si era poesía o no, de si él ocupaba vagina o no. Claro que la ocupó al nacer y la seguirá ocupando si no es homosexual o cura.
Pero me atrevo a decir, que aun la palabra es mítica y suena para muchos grotesca, estrepitosa, disonante…
A mi me suena aguda pero armónica. Detonadora de lo que somos y a lo que nos resumen. Cuesta desligar el estereotipo pero no se debe anular, es simplemente ampliarlo.
Somos mujer, vagina, cerebro, corazón, entre otras cosas.
Les regalo este poema con la espesura bendita de ser mujer.
Necesitas una vagina más joven y domesticada,
un labio de entrepierna para fingir amor en los orgasmos,
un cuerpo de geisha sin contradicciones
y que viva a 50mts de tu casa
para que se escape de tus sínicos días
donde solo quieres tu resguardo de cavernas.
Necesitas una vagina virtual
que se conforme con emails penetrados y ligeros,
y un Messenger con pechitos en los botones
para violentar tu tántrica forma de verme.
Necesitas una vagina delgada
que modele tu hilo dental favorito,
que baile el cha cha con su cadavérico cerebro
y atrape tus jadeos teóricos del único presente.
Necesitas una vagina plástica
que no te hable de sus remolinos baratos
en sus 28 días del mes,
que se despoje de sus hormonas y lloriqueos
para ser menos madre y más mujer.
Necesitas una vagina numérica
con señal de celular,
para que respondas animado con chistes vulgares y no “absurdos”
y un radar que te indique cuán grande es tu impertinente soledad.
Por eso te empaco
en una cajita y un lazo rojo…
la vagina que necesitas,
ahhh!! y úsala en solitario
con el color de mi bandera,
para que no lastimes a otra de verdad.
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