sábado, marzo 21, 2009

Una taza de café: la diosa de mi armonía

chorreado

Apenas abro mis ojos, me despierta la musa insolente de la obsesión, no importa si es domingo o feriado. Me hipnotiza su aroma aún no hecho desde muy tempranas horas. Solo lo imagino paladeándose en mi lengua, febril y malicioso; y me apresuro a encender la cafetera.

Es mi ceremonia. La primera reverencia del día. Preparo la bolsa y a chorrearlo despacito. Es un sahumerio vertiginoso que se alista mientras aspiro con lentitud.

El primer rescoldo lo guardo. Es la esencia primaria. La cicuta de los olvidos o no sé si de los olvidados. Y díganme su primer sorbo. Es la similitud de beber la fuente de la vida. Me restauro inmediatamente. Ya desperté. Ya amanecí…

Pero conste, es el primer sorbo. Luego meneo la taza a donde vaya. NO me siento quietita a disfrutarla, pocas veces lo hago, por mi electricidad en hacer y mi naturaleza en acción. Pero la ando allí en todos mis nortes. La disfruto humedeciendo mi oscilación por lo que le debo al momento. A veces, debo entibiarlo en el microondas. No importa porque es mi primera taza. La segunda es imposible recalentar porque debo cerciorarme de su nacimiento y frescura. Es la conexión olfativa con tu presente.

Pero soy más bien flexible. Algunos tienen su taza perfecta y ay de aquellos que subestimen su rutina, el uso de su momento.

-¡Dónde está mi taza?

Ella es cómplice de mi vida. Me he enamorado con una taza de café en la mano. He re puteado con la misma. Conoce todos mis impulsos, mis fuertes y desgarraduras. Lo he sorbido mezclado con mis lágrimas. Conoce la rabia, la dulzura y el desazón de mis labios. Es como si pudiera escucharme, como si me dijera que no existe la soledad mientras ella esté a mi lado y el café tibiecito.

Me empuja hacia delante. Es la mística de su textura, mi otro descaro en existir. Es una de todas las rutinas del apego. Podría citar otros momentos de suntuosidad cuando abrazo una taza de té verde, una copa de vino, o una lata de cerveza. Todos tienen su lugar, su ceremonia casi erotizada por la luna, por mis lunas.

Y con permiso, que ya me tomé el último sorbo de café y se me fue la musa.

1 comentario:

Liliana dijo...

en verdad me encanto!BELLISIMO me sentí tan identificada!!GRACIAS!!